LA ESCORIA DEL MUNDO
Platicando con un amigo sobre su experiencia en el ministerio y como de manera automática cuando decidió cambiar su predicación y su forma de hacer la obra del Ministerio a la que había sido enseñado, inmediatamente le dejaron de hablar sus compañeros del ministerio, se sentía como un “bicho raro” (palabras literales de él) algo así como un “apestado” alguien que huele mal y que no deseas estar cerca por su misma condición. Incluso, dentro de su propia familia percibía un rechazo. Era algo que simplemente no lo podía creer. ¿Su pecado…? Decidió predicar la Palabra de Dios tal y como está escrita. Ese fue su pecado. Fue convencido por el Espíritu Santo de que había estado predicando una verdad a medias, que lo que había estado haciendo no era lo que Dios esperaba de él como ministro y que estaba en el error. Y precisamente al escuchar esto recordé lo que el apóstol Pablo escribió a los Corintios: 1 Corintios 4:9-13 Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nos