¿QUE SIGNIFICA LLEVAR FRUTO EN REALIDAD?



He escuchado una cantidad de opiniones sobre lo que significa “llevar fruto” Creo que se han hecho congresos, seminarios, libros, manuales, canciones, etc. Y todos en su gran mayoría apuntan siempre que llevar fruto es llevar almas a los pies de Cristo, lo cual creo que definitivamente es parte del fruto. Pero, este artículo del pastor David Wilkerson expone de manera muy clara lo que significa llevar fruto en su esencia más pura y clara y sobre todo bíblica. Insisto, muchas de las veces lo que se esconde detrás de este argumento de llevar almas sirve para exaltar el ego y ha servido para que muchos evangelistas y cantantes digan que están llevando mucho fruto, ¿será cierto esto? No lo creo. Esto es algo más profundo y sencillo que cualquier hijo de Dios verdadero debe de hacer en su vida y que demanda una vida entregada al Señor.


ELEGIDOS PARA LLEVAR FRUTO‏



“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto” (Juan 15:16).

Muchos cristianos sinceros piensan que llevar fruto simple y llanamente significa traer almas a Cristo. Pero llevar fruto significa algo mucho más grande aun que “ganar almas”.

El fruto al que Jesús se refiere es la semejanza a Cristo. En otras palabras, llevar fruto quiere decir reflejar la semejanza de Jesús. Y la frase “mucho fruto” significa “la semejanza siempre creciente de Cristo”.

Crecer más y más en la semejanza de Jesús es el corazón de nuestro propósito en la vida. Esto debe ser central en todas nuestras actividades, nuestro estilo de vida y nuestras relaciones. Sin duda nuestros dones y llamamientos, nuestro trabajo, nuestro ministerio y nuestro testimonio deben fluir de este propósito gravitante.
Si yo no soy semejante a Cristo en mi corazón, si no me estoy pareciendo considerablemente más a Él, entonces he perdido el propósito de Dios en mi vida.


Y es que el propósito de Dios para mí, no puede ser obtenido por lo que yo pueda hacer para Cristo. No puede ser medido por ninguno de mis logros, inclusive si sano enfermos o echo fuera demonios. ¡No! Lo único que puede lograr que el propósito de Dios se cumpla en mí, es aquello que estoy viniendo a ser en Él. La semejanza a Cristo no se trata de lo que yo pueda hacer por el Señor sino de cuánto estoy siendo yo transformado a su semejanza.

Vaya a una librería cristiana y vea los títulos sobre las repisas. La mayor parte de dichos títulos, son de libros de autoayuda, y tratan sobre cómo vencer la soledad, cómo sobrevivir a la depresión, cómo hallar contentamiento. ¿Por qué sucede esto? Es porque todo está al revés. No somos llamados a ser exitosos, ni a ser libres de nuestros problemas, ni a ser especiales, ni tampoco a “lograrlo”. ¡No! Estamos pasando por alto EL llamado, EL enfoque, aquellos que debe ser El centro de nuestras vidas: Ser fructíferos en la semejanza a Cristo.


Jesús se entregó por completo al Padre y eso era todo para El. Y dijo: “Yo no hago ni digo nada, excepto lo que mi Padre me dice”.

Así que, ¿quiere usted llevar el “mucho fruto” que brota por ser cada vez mas como Él? Cumplimos el propósito de nuestras vidas, solamente a medida que comenzamos a amar a otros como Cristo nos amó. Y, a medida que nuestro amor por otros aumenta, nuestra semejanza a Cristo va creciendo y aumentando en nosotros.

“Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor” (Juan 15:9). Su mandamiento es claro y simple: “Vayan y amen a los demás. Denles este amor incondicional que yo les he mostrado”. Nuestra semejanza a Cristo crece a medida que nuestro amor por los demás aumenta. En resumen, llevar fruto se resume en nuestra manera de tratar a las personas.

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