Un vaso nuevo...
“Yo quiero ser, Señor amante
Como el barro en las manos del alfarero
Toma mi vida, y hazla de nuevo
Yo quiero ser, yo quiero ser
Un vaso nuevo”
Esta es la letra de una de las canciones que entonábamos cuando era un niño. No sé quien fue el autor pero lo que si se es que encierran una gran verdad. La gran necesidad de ser cada día transformados y renovados. Tal parece que el día de hoy esto se ha terminado en la iglesia. Las oraciones son pretensiosas y llenas de orgullo, cargadas de vanidad y de autocomplacencia, “dame, dame, dame” pero no de tu presencia, de tu humildad, de tu carácter, de humillación, de muerte al yo. ¡Nada de eso! como dice Santiago en su epístola: Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Santiago 4:3.
El poder ser un vaso frágil de barro que cada día pueda ser moldeada a su imagen. A menos que cada día podamos ver nuestra condición y necesidad de su presencia, es que podemos llegar a ser vasos útiles. ¿Cuánto anhelamos realmente esto en nuestras vidas? ¿Verdaderamente lloramos ante el estado en el que estamos porque reconocemos nuestra pobreza y nuestra miseria? ¿O solo nos conformamos con sentir un poco de “lastima” por nosotros? Decía el salmista:
Salmos 26:2
Escudríñame, oh Jehová, y pruébame;
Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón.
Aquí no tiene nada que ver la teología o la sana doctrina que pueda yo creer o enseñar. De hecho sale sobrando. Lo único que importa es ser verdaderamente vivificado por su presencia, cuando reconozco mi condición vil e inútil ante un Dios santo y puro.
Es su palabra la que sustenta nuestras vidas. Es la que nos hace vivir, decía David:
Salmos 119:17
Haz bien a tu siervo; que viva,
Y guarde tu palabra.
:18 Abre mis ojos, y miraré
Las maravillas de tu ley.
:19 Forastero soy yo en la tierra;
No encubras de mí tus mandamientos.
:20 Quebrantada está mi alma de desear
Tus juicios en todo tiempo.
¿Deseamos anhelantemente sus juicios? ¿Admitimos que no es en nosotros, sino en el y que sin el nada tiene sentido? ¿Entendemos que somos forasteros y que nada es nuestro? ¿Qué somos como aquellos que Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
:14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
:15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
:16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
Hebreos 11:13 -16
¡Que este mundo nada tiene que ofrecernos y que nuestro tesoro esta en Cristo !
Decía Leonard Ravenhill: “tenemos una cabeza grande (llena de teología) con un alma enana” no tengo nada en contra de la teología, al contrario necesitamos teólogos, necesitamos enseñar teología, yo mismo doy clases de teología, pero me parece que muchas veces estamos más interesados en defender una teología, que tener un corazón puro, recto, humilde y quebrantado llevando su yugo:
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
:30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Mateo 11:29 ,30.
Y nos parecemos más a los fariseos antiguos, que estaban más interesados en lo externo que en lo interno. Señor, haznos tuyos. Toma nuestras vidas y hazlas de nuevo, queremos ser, un vaso nuevo…
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