Un pastor humilde estará comprometido con la verdad de Dios.



Un pastor humilde estará comprometido con la verdad de Dios.

Vivimos días en que la mayoría ignora la exhortación de Pablo a Timoteo a que «predique la palabra» de Dios. En lugar de la Palabra de Dios, a menudo salen del púlpito los inciertos sonidos de la retórica política, los comentarios sociales y la psicología popular. Tales «palabras persuasivas de (humana) sabiduría» (1 Co 2.4) son una prostitución del verdadero llamado del predicador.  El púlpito no es un sitio idóneo para que el pastor exprese su opinión, demuestre su erudición o ataque a quienes se le oponen. Una exaltación personal de esas características es la antítesis de la humildad.

John Stott cree que Cuanto menos se entromete el predicador entre la Palabra y sus oyentes, mejor es. Lo que realmente alimenta a la casa es lo que el dueño de la casa suministra, no el administrador que la entrega. El predicador cristiano está más satisfecho cuando su persona se ve eclipsada por la luz que brilla de la Escritura, y cuando su voz es ahogada por la Voz de Dios. Un hombre comprometido con la verdad de Dios es un hombre dedicado a «usar correctamente la palabra de verdad» (2 Ti 2.15). Su mayor temor al predicar es poder presentar esa palabra de modo inexacto a su rebaño y desviarlo. En 1 Tesalonicenses 2.3, Pablo enfatiza la importancia de su propio ministerio de utilizar la Palabra de forma correcta. En ese pasaje da una triple respuesta a la acusación de enseñar falsas doctrinas.

Tomado del libro EL MINISTERIO PASTORAL de JOHN MAC ARTHUR.

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