Corazón limpio, buena conciencia y fe no fingida.
1Timoteo
1:5
Pues el propósito de este mandamiento es el amor
nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida,
La gran
diferencia que existe entre aquellos que dicen conocer a Dios y los que
realmente lo conocen se centra en estos 3 aspectos que el apóstol Pablo le
escribe a Timoteo. Digamos que es la marca indeleble de un verdadero hijo de
Dios y uno que no lo es. UN CORAZON LIMPIO, BUENA CONCIENCIA, FE NO FINGIDA.
El mismo
apóstol manifiesta que algunos pretendían pasar por ser algo que no eran y por
esa razón le pide a Timoteo que se quede en Efeso y ponga orden. Regularmente cuando
entra la herejía dentro de la iglesia entra acompañada de estos 3 aspectos pero
corrompidos en forma de doctrina.
1:3 Como te rogué que te quedases en Efeso,
cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente
doctrina,
1:4 ni
presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas
más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora.
1:6 de
las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería,
1:7
queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo
que afirman.
Qué fácil
es escribir y atacar a los que consideramos herejes pretendiendo que estamos
haciendo la obra de Dios, pero como los que estaban en Efeso nos hemos vuelto
unos parlanchines que lo único que deseamos es que la gente sepa que si sabemos
y que somos unos teólogos y doctores y como lo escribe Pablo SIN ENTENDER NI LO
QUE HABLAN NI LO QUE AFIRMAN. Me pregunto muchas veces ¿Cómo serán aquellos que
de manera vehemente pretenden defender la verdad en sus hogares? ¿Cómo será el
trato con su esposa? ¿Qué piensan de ellos en el trabajo? ¿Qué piensan sus
hijos? ¿Qué concepto tienen sus vecinos? ¿Cómo serán en sus iglesias (si es que
se congregan)?
Esto es
lo que William Barclay comentarista bíblico dice al respecto sobre estos
textos:
En este pasaje tenemos una clara descripción de la mentalidad del
hereje. Hay una clase de herejía en la que una persona difiere de la fe
ortodoxa porque ha pensado las cosas honradamente y no puede estar de acuerdo
con ella. No es que se enorgullezca de ser diferente; es diferente
sencillamente porque no lo puede evitar. Tal herejía no echa a perder el
carácter de la persona; puede hasta llegar a elevarlo, porque ha pensado a
fondo su fe, y no vive de una ortodoxia de segunda mano. Pero ese no es el
hereje cuyo retrato se nos traza aquí. Aquí se distinguen cinco características
del hereje peligroso.
(i) Lo que le mueve es el deseo de lo novedoso. Es como el que tiene
que ir a la última moda, y experimentar la última novedad. Desprecia las cosas
antiguas por la sencilla razón de que lo son, y desea cosas nuevas nada más que
por serlo. El Cristianismo ha tenido siempre el problema de presentar la verdad
antigua de una manera nueva. La verdad no cambia; pero cada edad tiene que
encontrar su propia manera de presentarla. Un maestro y predicador debe hablar
a su audiencia en el lenguaje que puede entender. La antigua verdad y la nueva
presentación deben ir de la mano.
(ii) Exalta la mente a expensas del corazón. Su concepción de la
religión es que es especulación y no experiencia. El Cristianismo no ha exigido
nunca que una persona dejara de pensar por sí misma; pero sí exige que su
pensamiento esté dominado por una experiencia personal de Jesucristo.
(iii) Se dedica a la discusión en lugar de a la acción. Está más
interesado en la discusión rebuscada que en la edificación efectiva de la casa
de la fe. Olvida que la verdad no es solamente lo que una persona acepta con la
mente, sino también algo que se traduce en acción. Hace mucho se trazó una
comparación entre los griegos y los judíos. A los griegos les encantaba la
discusión como tal; no había nada que les gustara más que sentarse en un grupo
de amigos, y entregarse a una serie de acrobacias mentales y gozar del
«estímulo del paseo mental.» Pero no estaban especialmente interesados en
llegar a conclusiones, ni en desarrollar un principio de acción. Al judío también le gustaba
la discusión; pero quería llegar siempre a una decisión que exigiera acción. Siempre hay peligro de
herejía cuando caemos en la fascinación de las palabras, y olvidamos las obras;
porque las obras son la piedra de toque por la que se comprueba todo argumento.
(iv) La mueve la arrogancia y no la humildad. Mira por encima del
hombro despectivamente a la gente sencilla que no puede seguir sus vuelos de
especulación intelectual. Considera a los que no pueden llegar a comprender sus
conclusiones como necios ignorantes. El cristiano tiene que combinar de alguna
manera una certeza inamovible con una humildad amable.
(v) Es culpable de dogmatismo sin conocimiento. No sabe realmente de
lo que está hablando, ni entiende realmente el significado de las cosas sobre
las que dogmatiza. Lo extraño de la discusión religiosa es que todo el mundo se
cree con derecho a expresar su opinión dogmáticamente. En todos los otros
terrenos se exige que la persona tenga un cierto conocimiento antes de
establecer una ley. Pero hay algunos que dogmatizan acerca de la Biblia y su
enseñanza aunque no han tratado nunca de descubrir lo que han dicho los
expertos en el lenguaje y en la historia. Bien puede ser que la causa cristiana
haya sufrido más por el dogmatismo ignorante que por ninguna otra causa.
Cuando pensamos en las características de los que estaban turbando a
la iglesia de Efeso podemos ver que sus descendientes siguen entre nosotros.
Si había
algo que Pablo podía decir de sí mismo y su ministerio era precisamente estas
virtudes.
2
Corintios 1:12
Porque
nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez
y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos
hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros.
El podía
decir que de manera clara y transparente se conducía siempre con una conciencia sencilla y sincera. No tenía nada
de qué avergonzarse.
Siempre
quedara de manifiesto por nuestros hechos que es lo que realmente nos motiva
(incluso en el ministerio). Ya sea que tengamos motivos puros o no. Que seamos
llevados por otros factores que aparentemente parecen sanos y limpios. En su
carta a Tito, (su otro amado hijo de Pablo) le escribe precisamente lo mismo
que le escribió a Timoteo:
Tito
1:5
Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y
establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé;
:10 Porque hay aún muchos contumaces, habladores
de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión,
:11 a los cuales es preciso tapar la boca; que
trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene.
:12 Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los
cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos.
1:13 Este testimonio es verdadero; por tanto,
repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe,
1:14 no
atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de
la verdad.
1:15
Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e
incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están
corrompidas.
1:16
Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo
abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.
No importa
cuánto presumamos de conocer de Dios o de las doctrinas, al final de cuentas
siempre se manifestara por nuestros hechos quienes somos en realidad tal como
lo dice el verso 16. Que el Señor nos
ayude a mantener siempre UN CORAZON
LIMPIO, BUENA CONCIENCIA y FE NO
FINGIDA.
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