"El gran dios del Entretenimiento""




Hace muchos años un filósofo alemán dijo que mientras más tenga un hombre en su propio corazón menos necesitará del exterior, la gran necesidad de apoyo sin satisfacer lleva a la bancarrota del hombre interior. Si esto es cierto (y creemos que si) entonces el apego inusual para cada forma de entretenimiento es evidencia de que la vida interior moderna esta en serio declive. El hombre promedio no tiene un núcleo moral que lo asegure, no salta en su pecho, no hay fuerza interna en él que le ponga por encima de la necesidad de disparos psicológicos repetitivos que le den fuerza para vivir. Se ha vuelto un parásito en el mundo, trazando su vida en el ambiente, sin poder vivir un día lejos de las apariencias que la sociedad. Heleier Macher sostuvo que el sentimiento de dependencia yace en la raíz de toda la adoración religiosa, y que sin embargo, lo alto en la vida espiritual se alcanza solo con un profundo sentido de que necesidad que solo Dios puede satisfacer.

Si este sentido de necesidad y sentimiento de dependencia son la raíz de la religión natural, entonces no es difícil ver por qué el gran dios del entretenimiento es ardientemente adorado por algunos. Para los millones que no pueden vivir sin la diversión, la vida sin alguna forma de entretenimiento es simplemente intolerable, ellos buscan el sustituto de la bendición proporcionado por un profesional del entretenimiento y otras formas de narcóticos psicológicos al igual que un adicto dopado busca su dosis diaria de heroína. Sin ella no tiene motivación para encararla existencia.

Nadie con un sentimientos humanos rechaza los placeres simples de la vida, ni las formas inofensivas de entretenimiento que pueden ayudarle a relajar los nervios y refrescar su mente exhausta por las dificultades. Si se usan con discreción pueden ser de bendición a la larga. Pero esto es otra cosa. La devoción fuera de control hacia el entretenimiento como la principal actividad para la cual y por la cual el hombre vive es algo diferente.

El abuso de algo inofensivo es la esencia del pecado, el crecimiento del área de diversión en la vida del humano hasta proporciones fantásticas es un portento, una amenaza para el alma del hombre moderno. Se ha edificado un gran alboroto de millones de dólares con gran poder sobre la mente y el carácter de las personas con mayor influencia que cualquier otra influencia educacional sobre la tierra. Lo siniestro de este poder es su tendencia casi exclusivamente maligna, descomponiendo la vida interior, llenando los pensamientos que deberían llenar el alma del hombre. Todo esto ha crecido en la religión auténtica, la cual sostiene a sus devotos con una extraña fascinación, y una religión incidental contra la cual ahora es peligroso hablar.

Por siglos la iglesia ha estado firmemente contra cualquier forma mundana de entretenimiento, reconociéndola como una forma de perder el tiempo, el refugio para distraer la voz de la consciencia, un esquema que sumerge la atención de la responsabilidad moral. Ella misma fue rotundamente abusada por los hijos de este mundo. Pero después de un tiempo se ha cansado y sobrepuesto del abuso.

Ha decidido que si no puede conquistar al gran dios del entretenimiento, entonces unirá fuerzas con él y usará cuanto pueda de su poder. Y entonces hoy tenemos espectáculos asombrosos de millones de dólares vaciados en trabajos profanos en el terreno del entretenimiento para llamar a los hijos del cielo.



En muchos lugares el entretenimiento religioso se abalanza contra las cosas serias de Dios. Muchas iglesias se han reducido a poco más que teatros donde “productores” de quinta trafican mercancías mezquinas con la autorización de líderes evangélicos quienes todavía citan un texto santo en defensa de sus delincuencias. Difícilmente un hombre levanta la voz en su contra.



El gran dios del entretenimiento entretiene a sus devotos mayormente contándoles historias. Historias de amor que caracterizan la niñez, capturan con rapidez la mente de los santos aletargados de nuestros días; no son pocos los que se las arreglan para llevar vidas confortables hilando y sirviéndoles en varios disfraces a la gente de la iglesia. Esto es lo normal y hermoso en un niño pero impacta cuando persiste en la adultez, y más cuando aparece en el santuario y pasa por religión verdadera.

¿No es raro y asombroso, que con la sombra de la destrucción atómica inclinándose sobre el mundo y con la venida de Cristo vislumbrándose más cercana, los seguidores que profesan al Señor se estén dando a entretenimiento religioso? ¿Que ahora que se necesita con desesperación cristianos maduros, un vasto número de creyentes regresen a su niñez espiritual y pidan sus juguetes religiosos? “Recuerda, oh señor lo que somos, considera y contempla nuestro reproche...la corona ha caído de nuestras cabezas, ¡ay de nosotros porque hemos pecado! Porque nuestro corazón es débil, y por estas cosas nuestros ojos están en tinieblas. Amen, amen,


TOMADO DEL LIBRO: "LA RAÍZ DE LOS JUSTOS" Por A.W Tozer

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