Soy mejor que los demás...
Hace tiempo
una persona me pregunto por qué la iglesia católica romana tenía una misma doctrina y que todos sus templos o
capillas compartían lo mismo los domingos y nosotros (los cristianos no) además. le parecía absurdo que una persona que vivía
en cierta colonia tuviera que trasladarse tan lejos para ir a estudiar la biblia
o congregarse siendo que en la esquina de su casa había una iglesia cristiana. Y no solo eso, sino que le daba la impresión de
que entre las mismas iglesias cristianas se peleaban por los miembros, cosa que
en la iglesia católica no existía eso.
Fue un
poco largo de responder a sus preguntas, pero algo me quedo claro. Tenía razón en
algunas cosas. Y me permitió ver lo que el mundo ve y que nosotros los
cristianos no vemos. Son como puntos ciegos. Muchas veces (sobre todo ahora que
el internet y las redes sociales nos permiten conocer todo) estamos comparándonos
unos con otros, creemos que nuestra doctrina es mejor que la de los otros, que
lo que nosotros hacemos es mejor que el trabajo de otros, si las cosas no se
hacen a nuestra manera entonces no están bien. Si mi pastor, iglesia, denominación,
cobertura, etc. lo dice, es correcto,
sino no. Aun si lo dice alguien distinto y es verdad, por el simple hecho de no
ser de los “míos” le damos el visto bueno, pero con un gesto de descontento.
Hay un
pasaje en las escrituras que narran una situación de la misma actitud que
mencione.
Lucas 9:49,50
Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro,
hemos visto á uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos,
porque no sigue con nosotros.
Jesús le
dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
Aquí vemos
a Juan teniendo el típico “celo” y actitud “superior” y “exclusivista” de
muchos de nosotros. Cualquiera pensaría que el Señor lo iba a respaldar. ¡Oh sorpresa! ¡Que acaba de decir el Maestro! ¿No se lo prohibáis…? O sea que siga haciendo
lo que hace. Pensé que teníamos los derechos reservados de esto (pensaría Juan)
como muchos lo piensan el día de hoy, aunque no lo digan.
Si bien
en la teoría todos decimos que somos “hermanos”.
En la práctica, nos damos de patadas
bajo la mesa, para guardar apariencias con actitudes como las que describí
anteriormente.
No me
mal interpreten, se perfectamente bien que existen iglesias o lugares que se
dicen llamar iglesias y dejan mucho que desear. Existe abuso, manipulación,
pecados abiertamente, herejía, etc. Y eso fue lo que le explique a esta persona
del porque las personas no van a la
primera iglesia que se encuentran en la cuadra o en su colonia. Eso me queda claro, sin embargo no me estoy
refiriendo a este tipo de lugares. Me refiero a aquellos hermanos e iglesias que
simplemente no hacen las cosas como yo creo o como me han enseñado. Adoran a
Dios de otra manera, evangelizan de otra manera, no usan himnario, usan
himnario, no son confesionales, son confesionales etc.
Me parece
que muchas veces tenemos el síndrome de “Juan”. Deberíamos de alegrarnos cuando
a estos hermanos Dios los está bendiciendo. Al menos eso es lo que el apóstol Pablo
escribió:
1 Corintios 12:26
Si una
parte sufre, las demás partes sufren con ella y, si a una parte se le da honra,
todas las partes se alegran.
No
hemos entendido que somos el cuerpo de Cristo y que la iglesia no le pertenece
a nadie. Solo a Cristo. El cielo no está seccionado por departamentos
denominacionales. ¡Qué gran apuro para aquellos que son exclusivistas!
Escuche
a un pastor decir que si una iglesia local no tiene como base doctrinal las
confesiones de Westminster o la bautista de 1644 y canta himnos. No son
iglesia. Además de otra serie de requisitos.
No soy
un pensador liberal que le da igual lo que se enseña. Simplemente creo que
muchas veces nuestra actitud egoísta, exclusiva y soberbia, ha hecho mucho daño.
El apóstol
Pablo le escribió a los Corintios lo siguiente:
1 Corintios 4:7
Pues, ¿qué derecho tienen a
juzgar así? ¿Qué tienen que Dios no les haya
dado? Y si todo lo que tienen proviene de Dios, ¿por qué se jactan
como si no
fuera un regalo?
Otro aspecto
que ha hecho y hace mucho daño es el de “competir” por ver que iglesia, grupo o
denominación tiene la membresía más grande y la mayor cantidad de iglesias (que obviamente no
es lo mismo la membresía que la asistencia) y se parecen a las cadenas de
comida rápida tratando de abrir nuevas tiendas o sucursales sin importar nada y
que decir de la típica pregunta: ¿Cuántos miembros hay en tu iglesia? Como si
eso nos diera un status más alto en los cielos o nos hiciera ser mejor que los demás.
Realmente
creo que como creyentes deberíamos de pedirle a Dios perdón por estas actitudes
carnales y orar por las iglesias cristianas en todo el mundo para que el
evangelio corra y sea predicado en todo el mundo, independientemente de quien
lo haga y muchos sean salvos.
Comentarios
Publicar un comentario