EL ORIGEN DEL HOMBRE (creación o evolución) 1parte.
Mucho se ha dicho Sobre el origen del hombre. CREACIÓN O EVOLUCIÓN y vamos a demostrar con estas evidencias lo que la Palabra ya ha dicho sobre la creación del hombre.
1. Antecesor común al hombre y al simio
No se indica ningún nombre para este animal, ya que jamás se ha hallado ninguno de ellos, y ya que es una presuposición puramente evolucionista el que haya existido en absoluto. El modelo creacionista predice que este «eslabón perdido» jamás ha existido.
2. Ramapithecus
El sufijo «pithecus» significa «simio», y se ha publicado un considerable número de fósiles de «pitecos» extinguidos, de los cuales algunos han sido considerados como
posibles antepasados del hombre. Entre éstos se hallan el Dryopithecus, Oreopithecus,
Limnopithecus, Kenyapithecus y otros, a todos los cuales se les asigna una edad de más o
menos 14 millones de años.
La mayor parte de los antropólogos evolucionistas consideran que el Ramapithecus es el más importante de este grupo. Este fósil fue hallado en la India en 1932 y consiste en varios dientes y fragmentos de mandíbula. Algunos evolucionistas consideran esta forma como homínida debido a que, a pesar de ser simiesca, tanto los dientes incisivos como los caninos son más pequeños que en los simios modernos. No obstante, el Dr. Robert Eckhardt, de la Pennsylvania State University, en un estudio exhaustivo de todo este grupo de fósiles, declaró:
«Parece que hay muy poca evidencia en base de estos cálculos de tamaños de dientes, cuanto menos, para poder sugerir a causa de ello que son varias las especies representadas en los fósiles dryopitecinos del Mioceno Posterior, y del Plioceno primitivo del Viejo Mundo. Tampoco hay ninguna evidencia concluyente de la existencia de ninguna especie homínida durante este intervalo de tiempo, a no ser que entendamos por la designación «homínido» a cualquier simio individual que resulte tener dientes pequeños y una cara resultante pequeña. Los hominoides fósiles tal como el Ramaphitecus pueden bien ser los antecesores de la línea homínida en el sentido de que fueran miembros individuales en una línea filética evolutiva a partir de la cual divergieron más tarde los homínidos. Pero ellos mismos parecen haber sido simios morfológicamente, ecológicamente y por sus hábitos».1
Con toda probabilidad, pues, estos diferentes fósiles son meramente de diferentes individuos de la misma clase básica de simios extintos. Con toda certidumbre no pueden ser considerados como antepasados de los hombres. Sus peculiares dientes están con toda probabilidad condicionados por su dieta particular; no, por cierto, por ninguna conexión con el hombre.
3. Australopithecus
Este nombre (que significa «Simio Austral») ha sido asignado a un considerable número de diferentes fósiles, hallados mayormente en África Oriental por Louis Leakey y otros.
Además de aquéllos designados con el nombre de Australopitecos, hay otros asignados a
este grupo como el Zinianthropus, Paranthropus, Plesianthropus, Telanthropus y Homo
Habilis.
Se considera que el Australopithecus vivió hace de unos dos a tres millones de años, que caminaba erguido y que utilizaba herramientas rudimentarias. No obstante, el tamaño del cerebro era solamente de unos 500 c.c., el mismo que el de algunos simios. Los dientes eran similares a los del Ramapithecus.
Durante muchos años los antropólogos han estado divididos y confundidos en cuanto a los Australopitecos, algunos convencidos de que fueron antepasados del hombre, y otros convencidos de que se trata de una «vía muerta» evolutiva. No obstante, parece que el asunto ha sido ya decidido a causa de los últimos hallazgos de Richard Leakey, hijo de Louis Leakey, que ha continuado la obra de su padre. Los hallazgos de varias series, la mayor parte completas, de restos del Australopithecus ha exigido varios cambios significativos en la interpretación de su significado.
«Había sido difícil hallar fósiles de las extremidades del Australopithecus, pero ahora Leakey posee una muestra extensa. De ellos se saca la consecuencia de que el Australophitecus poseía largos brazos y piernas cortas. Probablemente andaba de una manera no erguida, al revés de lo que muchos arqueólogos creen en el presente».2
En otras palabras, el Australopithecus tenía no solo un cerebro de simio, sino también toda la apariencia de un simio y andaba como ellos. Él, lo mismo que el Ramapithecus, es indudablemente un simio extinguido, tan solo.
La razón de que poseyera estos dientes tan peculiares, lo mismo que en el caso del Ramapithecus, era probablemente a causa de su habitat y de la dieta resultante. En relación a esto podemos decir que, hoy en día, existe en Etiopía una especie de simios, un babuino, Theropithecus galada, que tiene unas características dentarias y mandibulares muy parecidas a las del Ramapithecus y del Australopithecus. Las características «homínidas» de los dientes y de la mandíbula de este babuino están, en toda apariencia, relacionadas con su habitat y dieta; ¡no son en absoluto indicativas de ninguna convergencia hacia la situación humana!
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